Páginas

jueves, 20 de febrero de 2014

El Chico de la Parte de Atrás

Cuando me monto en un autobús, me gusta sentarme en la parte final de éste para así poder pensar en mis cosas, escuchar música o simplemente abstraerme del mundo tangible. Pero al final siempre me acaba ocurriendo lo contrario, me fijo en la gente del autobús, en como visten, o gesticulan, con quien hablan, que estudian o de qué hablan, a veces hasta bajo el volumen de lo que estoy escuchando para así poder oírles. Les escucho hablar, decir tonterías la mayoría de las veces, pero otras, una minoría, descubres cosas que te gustan y obviamente, no te vas a meter en su conversación. Digo obviamente, pero realmente no lo pienso así, estaría genial meterte en la conversación de alguien, hacer tu aporte y entablar una conversación, eso sin que suenes como un degenerado que espía sus conversaciones... Todo puede pasar....
Es tras ese momento cuando la máquina comienza a funcionar fervorosamente. Te paras y analizas sobre qué harías tu si fueras ellos o si te pasase a ti lo que le sucede al de al lado.

En otras ocasiones miras a ese maravilloso mundo que tienes a tu lado. Esa ventana llena de paisajes, historias y múltiples detalles, que pasan desapercibidos, en los que tratas de fijarte y tratas de pensar sobre lo que sucede a tu alrededor, todo ello mientras vas subiendo el volumen de la música ya que el grupo de al lado no te deja oír ni tus propios pensamientos. Manejas un abanico enorme de ideas y pensamientos que surgen por el mero hecho de observar.

Por último llega el estado de abstracción en en el que ya sumido en tus pensamientos, pronosticas cómo va a ir el día, que vas a cenar o que tienes pensado decirle a la persona que te gusta cuando llegues. Todo gira en tu cabeza, desde el más nimio detalle del primer pasajero que entró al autobús hasta tus más profundos y sinceros pensamientos, pasando por las historias que vive el resto de gente y que son incapaces de pararse a observar lo bello que es cada uno de los detalles de su entorno y no saben lo mucho que se pierden.

Tú sigues pensando y cavilando sin parar, por ti y por ellos. Y es entonces cuando no queda nadie más en el autobús y llega la hora de bajarse y pasar a formar parte de la imaginación de otra persona, porque: ¿Quién sabe en qué estará pensando el chico de la parte de atrás?


Gracias por leerlo, no sabría como "categorizar" esta entrada pero espero que de verdad os haya gustado.