Páginas

viernes, 24 de marzo de 2017

II – Jean-Michel Blais

-Parece que tarda mucho en llegar. ¿No crees?
-Disculpa. ¿Nos conocemos?
(Estaba todo casi vacío y de todos los bancos o asientos ha tenido que sentarse a mi lado)
-No. No nos conocemos, pero parece que llevas tiempo esperando por algo.
-¡Ah! ¿Sí? ¿Y por qué piensa usted eso?
-Puede que sea una simple corazonada o la forma en que miras la vida pasar. Esos ojos tuyos no miran lo que está justo en frente de ti, esos ojos no se preocupan por mirar lo que tienen delante y lo que está pasando, esos ojos tuyos no están aquí.
(Guau… En parte sí me siento así, como que nada de lo que ocurra ahora me importa) Me quedé mudo.
Esa persona sentada a mi lado fue quien rompió el silencio.
-¿Te puedo preguntar algo?
-Sí, claro.
-¿Disfrutas del día a día?
(Vaya pregunta más rara).
-Mmm… Sí, supongo que sí.
-Eso está bien.
-¿A qué te refiere con que está bien?
-Ya sabes… 
(No, sin duda alguna, no tengo ni idea de lo que me está hablando).
De repente me quedé mirando a su boca. Estaba sonriendo, se notaba como la sonrisa se elevaba hasta las mejillas y cómo sus ojos se cerraban. Simplemente sonreía. Me moría de ganas de preguntarle el porqué de esa sonrisa, pero aún más quería saber a qué se refería.
-No, en realidad no lo sé. ¿Podrías explicármelo por favor?
-A pesar de que tus ojos no estén aquí, tu cabeza sí lo está.
-¿Cómo puede ser eso posible?
Esa sonrisa se convirtió en una leve carcajada.
-Realmente es sencillo, estás aquí sentado, hablando con una persona que no conoces, estás disfrutando de este momento pero sin dejar de pensar en tu próximo destino ¿No es así?
-Vaya… ¿Eres vidente?
(Aunque no soy de las personas que crean en este tipo de cosas, estaba seguro que lo que esta conversación no era normal).
Rio de nuevo. Sus ojos estaban prácticamente cerrados por la carcajada que acababa de soltar. Transmitía completa tranquilidad y alegría.
-En absoluto -Dijo aún con una sonrisa-
-¿Y cómo eres capaz de saber eso simplemente mirándome?
-Me lo has dicho tú todo. Yo simplemente he hecho las preguntas adecuadas.
-¡Mierda! –Exclamé-
Se acababa de ir el tren al que estaba esperando, pero por alguna razón no me molestaba, quería seguir hablando con aquella persona.
-¿Qué ha pasado?
-Nada. Se acaba de ir el tren que esperaba.
-¡Vaya! Ha sido culpa mía que te he entretenido.
-No te preocupes.
-Parece que quisieras haberlo perdido.
-No es que quisiera perderlo…se podría decir que no quería subirme. Me está gustando esta conversación, aunque se haya ido, pronto volverá otro. Sin embargo tengo la sensación de que esta conversación es única.
-A eso me refería
-¿A qué concretamente?
-Tienes los ojos en el futuro, en ese futuro no ves una conversación como esta.
-¿Y eso es malo?
-Podría considerarse pesimista, aunque en este caso esos ojos te incitan a aprovecharla ahora que la tienes.
-O sea que es bueno.
-No soy quién para decidir si es bueno o es malo. Si dentro de unos días piensas en esta conversación y te arrepientes de haber perdido el tiempo con una persona desconocida en una estación de tren, puede que sea malo. Por otro lado, si recuerdas este momento con buenas sensaciones quizás sea bueno.
No se le borraba esa sonrisa en ningún momento, realmente me encontraba a gusto teniendo esta conversación.
En ese momento pasó una mujer a la que se le cayó un pañuelo que llevaba apoyado en el bolso, me giré y me levanté para recogerlo del suelo y devolvérselo. Lo hice con una sonrisa la cual esa persona me devolvió.
-Perdona por levantarme tan rápido. –Dije mientras me giraba para sentarme de nuevo-
Pero allí no había nadie…
Esa persona con la que estaba hablando no estaba. Me levanté con un gran impulso, dejando mi bolsa en el banco. Miré a mí alrededor pero no estaba. Era fácil saberlo, ya que en la estación en este momento estábamos la mujer a la que se la había caído el pañuelo y yo. No daba crédito…
(¿Acaso ha sido real? Quiero decir…sé que había estado hablando con alguien, aunque tampoco le puedo preguntar a nadie si me ha visto porque estábamos solos).

Llegó el tren que tenía que coger, me monté y encontré sitio rápidamente. Me acomodé en silencio, aún no estaba seguro de lo que había ocurrido. Saqué de mi bolsa la libreta, tenía que apuntar toda la conversación.
Llegué a mi parada, salí de la estación aún estaba todo oscuro, era de noche. Saqué de la bolsa los cascos y pulsé aleatorio. “II – Jean-Michel Blais” me devolvió el reproductor. Caminé hasta el portal, encendí la luz y subí por las escaleras hasta el tercero. Entré en casa.
La luz de la calle se dejaba ver al fondo por las rendijas de las persianas. Me descalcé, bebí agua, tiré la bolsa encima del sofá, me deshice el nudo de la corbata y me tumbé en la cama pensando en todo lo ocurrido.


La única imagen que me venía a la cabeza era una y otra vez aquella sonrisa de aquella persona. Tirado en mi cama le devolví esa sonrisa sin saber muy bien porqué… me alegraba de no haberme subido a ese tren y de haber tenido aquella conversación…al final me quedé dormido.


Lo primero de todo espero que te haya gustado, sé que es diferente y como todo lo que escribo, tiene un mensaje que espero que hayas logrado entender. Aunque considero que lo he hecho algo complicado pero no imposible.
Lo segundo quiero plantear un par de preguntas.
  • ¿Quién has imaginado que es la persona con la que habla?
  • ¿Hasta que aparece el tren, dónde creías que ocurría la conversación?