Páginas

viernes, 17 de febrero de 2017

La Posibilidad de Sentirme Visitado

Todo a nuestro alrededor es tecnológico, la lavadora, la nevera, el roomba, todo. Vivimos en una sociedad cómoda. Antes para comunicarnos llamabas a tus amigos al fijo de casa para ver si salía, antes, hablo de hace 10 años, si no menos. Unos años atrás hacíamos ronda y pasábamos a buscar a nuestros amigos a casa. Si retrocedemos más, llegaremos a las cartas. Enviar un texto de la longitud de este, tardaba unos dos días en ser leído, si todo iba bien y recibir una respuesta, tardaba otros dos días, siendo optimistas.

Hoy en día son las 21:10 y puedo escribir un mensaje a mi madre diciéndole que no voy a cenar y: le llega al instante, evito (si quiero), hablar de por qué no voy y si no lo lee, culpa suya, a las 21:10 tenía el doble tick.  Ahora bien, que no tarden en contestarnos a nosotros más de un milisegundo que le hundo el pecho.

Y avisar a tu madre es un mísero ejemplo, por culpa y gracias a las redes sociales nos hemos hecho valientes. Antes dejarlo con tu pareja requería una confrontación directa, discutir con un compañero o un familiar, lo mismo. Sin embargo hoy en día es sumamente fácil ser capaz de decir todo tipo de cosas sin siquiera mostrar un gesto en la cara. Esta tecnología es la inyección anestésica que utiliza nuestra sociedad hoy en día para que cada vez sintamos menos. De la comodidad a la impasibilidad, en un simple doble tick.


Podría dedicar la entrada al completo a este tema, pero lo voy a dejar aquí por ahora. Porque al igual que las redes sociales nos han convertido en setos, también han generado un nuevo sentimiento. Una especie de búsqueda de aprobación constante con un afán por mostrar lo que hacemos como si fuese relevante y/o le interesase a alguien, pero que por otro lado, eres capaz de que te de igual quién lo vea, sólo quieres que sea visto. Y esta palabra es la que considero clave, ser visto, y que nos hagan ver que nos han visto. Y digo sentimiento porque no todas las personas tienen por qué sentir lo mismo.  ¿Por qué hacemos esto?

Punto número 1, porque podemos, tenemos la posibilidad de subir una foto, escribir un tweet o redactar un texto como éste y sabemos que le va a llegar instantáneamente a muchas personas.

Y punto número 2, a todos nos gusta sentirnos aceptados y sentir que lo hacemos bien (que no significa que lo necesitemos). Y es aquí donde llega la magia. Genera adicción. Es fácil, es rápido, es reconfortante. Por contraposición si no recibes visitas o likes, simplemente subes un texto de Paulo Coelho con una foto del verano pasado y listo. Dado que la sociedad está anestesiada, les da igual que no lo hayas escrito tú, simplemente es guay y a ti te sirve para tu propósito de ser visto.

Por lo que se cierra un círculo, comparto mi contenido inútil, lo ve gente impasible, subo más contenido para la gente impasible, más gente lo ve y así y así y así.

Piensa en cuándo has querido que alguien en concreto vea o lea algo, seguramente se lo hayas hecho llegar y seguramente no te reconforte que lo vea. (Aunque te molestaría que lo hiciera justo al contrario que cuando subimos una nueva foto).

No digo que esté mal subir fotos y compartir contenido en absoluto y tampoco creo que todas las personas que lo hacen necesiten sentir ese nuevo sentimiento. Simplemente fíjate a tu alrededor quién comparte contenido y de la manera en qué lo hace y fácilmente sale a la luz.

Y bueno, pongo fin a esta reflexión por hoy. Primera de muchas, espero. En Facebook escribí que me gustaría que me diérais temas sobre los que escribir, llevo mucho tiempo sin hacerlo y creo que no es lo mejor que podía salir, pero lo creáis o no, han sido varios los folios con borratajos hasta que ha salido algo que considero decente y no muy extenso, ya que este tema da para unas cuantas cañas. 
Agradecer a Patricia, Adrián y Nuria por proponer el tema, espero que os haya gustado y que haya conseguido contestar un poquito con mi mera opinión a lo que proponíais.

Espero vuestras respuestas.

-Feliz 2017-