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lunes, 12 de noviembre de 2018

Metamorfosis

Pensar en Gregor Samsa y en cómo todo le cambio de un momento a otro. Yo aún sigo esperando que me ocurra lo que a él le pasó solo que en sentido figurado. No me gustaría morir con ocho patas para arriba.
Pero sí me gusta fantasear con la idea de que mañana puede que me levante y sea algo completamente diferente a lo que soy hoy.
Un afán por reaparecer. Y por reexistir. Por revivir todo ello sin que cese quien hoy soy.
Pensar que hay tanta gente asustada de lo novedoso y yo aquí alabando y suspirando por el señor Gregor Samsa. Porque todo cambie pero no por necesidad. Ni siquiera porque esté pasando un mal momento. Simplemente que se rompan todos mis esquemas. Lo más probable es que yo, por fantasear con ello, jamás lo consiga. Ya que soy consciente de lo que deseo. Y de forma paradójica creo que por ser conocedor ya jamás podré tenerlo. Ya jamás podré experimentar una auténtica transformación.
No estoy triste. Envidio a Gregor Samsa y a la vez me apiado de él. Le envidio porque jamás podré experimentar lo que el vivió. Y me apiado porque no deseaba lo que vivió.

Supongo que ese es uno de los círculos que giran en continuo y mantiene el ahora en estático movimiento. El querer vivir algo que sabes que no nos puede ocurrir. Y saber que el que al que le pase y no lo desee se sentirá el mayor desdichado. 
Como debió sentirse Gregor Samsa.